La proposición resultó aprobada por 19 votos a favor (PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos), 14 en contra (PP) y dos abstenciones (Grupo mixto).
Ver noticia en El Mundo y El País.
A LA MESA DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
En el Palacio del Congreso de los Diputados, a 14 de octubre de 2016
Ma Luz Martínez Seijo, Portavoz Grupo Parlamentario Socialista
Sin duda, existen distintas corrientes sociales a favor y en contra de los deberes que responden a una preocupación real y a la que debe darse una respuesta adecuada pensando y actuando siempre en el bienestar de los niños y niñas.
En teoría, los deberes deben tener un carácter complementario, un refuerzo para reflexionar, razonar e insistir sobre lo trabajado en clase, es decir, un apoyo para que el alumno trabaje de manera más individual y adaptado a su ritmo aquello abordado en el aula de manera más global.
Asimismo, la carga y el tiempo que suponen la realización de los deberes deben ser razonables, puesto que el tiempo extraescolar de un alumno es compartido con más asignaturas, con un ocio necesario, actividades deportivas, convivencia en familia, etc.
Es cierto que muchos docentes asignan tareas lectivas fuera del tiempo escolar ya que optan por realizar actividades más activas en clase, que requieren una mayor intervención grupal o del profesor, pero también porque están excesivamente atados a la rigidez del currículo, a alcanzar objetivos y enseñar los contenidos que marcan las programaciones de área. Como consecuencia, el tiempo en clase no alcanza para hacer todo lo que el currículo exige.
Sin embargo, diversos artículos, voces de padres y madres y de expertos indican que los deberes llegan a convertirse en un castigo, en una causa de estrés infantil, en un problema para las familias y en un factor de desmotivación.
Desde la perspectiva de un modelo educativo inclusivo en el que debe primar la igualdad de oportunidades para todos y todas las niñas y en el que la escuela debe ser un pilar fundamental para conseguir reducir las diferencias sociales y económicas existentes en la sociedad, los deberes pueden ser un factor determinante de desigualdad. No todas las familias disponen de tiempo para ayudar a sus hijos, ni cuentan con el nivel educativo para poder proporcionar apoyo, ni en todas las familias existe la sintonía con el referente cultural de la escuela, ni se dispone de recursos económicos para clases particulares o academias para realizar este tipo de ayuda cuando los padres no llegan, ni existe la disponibilidad de un espacio tranquilo en la casa. Es decir, los deberes aumentan las diferencias entre los alumnos que pueden beneficiarse de la ayuda-recursos de sus familias y las que no.
Por ello, es fundamental garantizar una escuela en la que las desigualdades se reduzcan y no se acrecienten pero que a la vez permita extraer y potenciar lo mejor de los niños y niñas, reforzar las distintas capacidades.
Además, se debe reflexionar sobre el tipo de deberes que se manda a los niños. Si los deberes son los mismos para todos, habrá niños que encontrarán una gran dificultad para su realización, no pudiendo hacerlos solos. Es también cuestionable el excesivo número de tareas de casi todas las asignatura, repetitivas y relacionadas con colorear, pintar, dibujar sin ningún fin, que roban horas del tiempo libre de los niños que podrían dedicar a otras actividades con algún tipo de finalidad como potenciar su curiosidad y ansias por descubrir nuevos conocimientos.
Los niños tienen derecho a tener tiempo para jugar y disfrutar, necesitan tiempo libre para estar con sus familias, realizar otro tipo de actividades también importantes en sus vidas como el deporte, la música, etc. y disfrutar de actividades de socialización.
Cualquier tipo de actividad que se asigne fuera del horario escolar debe ser motivadora y no suscitar rechazo, debe ser compatible con que los niños sigan disponiendo de tiempo libre para ser niños, y que tengan derecho al descanso durante los fines de semana, las vacaciones de Navidad y Semana Santa, porque los hábitos, las preferencias y también los rechazos que se generan en primaria les van a acompañar en su escolarización.
Este debate sobre la conveniencia de los deberes no es exclusivo de España, sino que se lleva produciendo en países de nuestro entorno europeo y del resto del mundo, con resultados que van enfocados a la prohibición, la reducción o limitación de tiempos destinados a la ejecución de deberes.
Los niños no deben ser las víctimas de excesivos currículos educativos, ni de experimentos legislativos, ni de rankings de centros, ni de obsesivas evaluaciones externas, ni de la descoordinación entre los equipos docentes. Parece razonable evitar el abuso en la asignación de deberes porque sus efectos pueden ser contraproducentes: hastío, cansancio y rechazo en los niños y esto es precisamente lo que hay que evitar.
Los deberes no deben convertirse en un motivo de rechazo, estrés y castigo para los niños y sus familias. Las tareas puntuales, planificadas, razonadas y con una coordinación por parte de los equipos docentes siguen siendo necesarias, como lo son las actividades adaptadas a las necesidades de cada niño, que desarrollen la creatividad, la motivación y logren una actitud positiva hacia la escuela, tareas que favorezcan la idea de que aprender no sólo es algo que se hace en el colegio sino que se extiende a su vida cotidiana fuera de él, actividades para mejorar el gusto y la pasión por la lectura o para acercarse a las ciencias.
Todos estos argumentos y preocupaciones existentes en el mundo educativo exigen un debate que concluya en la mejor solución para nuestros niños y niñas. Por todo ello, el Grupo Parlamentario Socialista presenta la siguiente
PROPOSICIÓN NO DE LEY:
1. Reconocer el derecho a disponer de forma efectiva al tiempo libre del niño o de la niña, entendiendo que este es indispensable para el desarrollo de las personas y como establece el artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño, que señala que “los Estados Partes reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad (...) en condiciones de igualdad”.
2. Garantizar que las tareas extraescolares de estudio respeten el tiempo y las necesidades del niño o niña, asegurando que sean un complemento adecuado de la actividad lectiva sin convertirse nunca en una brecha social en función de los recursos, que supongan un menoscabo de la necesaria conciliación de la vida familiar y/o que resulten una repetición de las tareas realizadas en el aula.
3. Para ello, crear una Mesa de trabajo mixta entre el Consejo Escolar de Estado y la Conferencia Sectorial de Educación, de la que formen parte expertos, docentes y padres y madres, con el objetivo de consensuar una postura sobre la finalidad de los deberes, los tiempos recomendables destinados en cada etapa educativa, el tipo de tareas que se pueden asignar, la coordinación de equipos docentes, el papel de las familias en la realización de los deberes, los recursos de los que deben disponer los niños en sus casas, etc.
4. Promover un acuerdo con las CCAA, con la participación de la comunidad educativa, para incorporar la enseñanza de técnicas y hábitos de estudio y fomentar que, en caso de realizar actividades fuera del aula, el trabajo del alumno busque adquirir habilidades útiles a lo largo de su vida: gusto por la lectura, la creatividad, recursos sociales, deportivos, autoaprendizaje, artísticos.
5. Que las conclusiones alcanzadas queden recogidas en una nueva Ley de Educación y salvaguarden el efectivo derecho del niño a disfrutar del tiempo libre.”
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